
¿Qué pasa? Semanario independiente
año 9, número 432 · Madrid, 8 abril 1972 · 20 páginas
Los que cooperan al comunismo
Por Silverio Espada
Según afirmaba en el año 1963 —algo ha llovido desde entonces...— el comunista español Enrique Castro Delgado, autor del libro «Hombres made in Moscú», en el clero católico español había infiltrados activistas del Partido. Estos activistas habían pasado por los seminarios y Centros de formación, habían cursado los estudios sacerdotales, etc., etc., disimulando siempre su ideología, la vista puesta con envidiable tenacidad en un objetivo para ellos eficacísimo e irrenunciable: el de destruir «desde dentro» a la Iglesia Católica.
Bien. Lo que afirmaba Castro en 1963, hoy podemos decir que hay razones más que de sobra para comprobar que no mentía. Así, tales curas-comunistas o comunistas-curas, que para el caso es lo mismo, actúan entre nosotros haciendo honor a su ideología, lo cual resulta lógico por completo. Lo triste, lo fatal del caso es que al lado de ellos haya otros sacerdotes que no son comunistas, pero que por «snobismo», por miedo, por traición o por lo que sea actúan como si lo fueran. Y esto es verdaderamente trágico.
Los curas-curas, los curas de verdad, que no son comunistas, por supuesto, desde luego que no hacen el juego a la Revolución y a la Conjura —con mayúsculas ambos términos, pues son conceptos universales, únicos—. Estos auténticos ministros de Dios se mantienen firmes en sus ideas y fieles a su procedimientos pastorales, que no son nuevos ni viejos, sino eternos y permanentes. Estos sacerdotes-sacerdotes están hoy sufriendo lo suyo y padeciendo lo que Dios y ellos saben, pues se les tilda de inmovilista; de anticonciliares, de retrógrados. Pero les da lo mismo. Ellos saben perfectamente por dónde va la cosa, y antes que hacer el juego al enemigo, que transitar inconscientemente por los caminos revolucionarios que señalan los clérigos-activistas del Partido infiltrados en el clero y a los cuales aludía Castro Delgado, antes de ello, decimos, prefieren que les cuelguen sambenitos de atrasados, etc., porque al final de cuentas ya veremos quiénes son los que aparecen como tales, quiénes son los que presumen hoy de «avanzados» y de «profetas» y quiénes son realmente los verdaderos sacerdotes y ministros del Señor.
Ya lo veremos, ya lo veremos... Porque el día de Dios llegará inexorable.