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¿Qué pasa? Semanario independiente

año 9, número 426 · Madrid, 26 febrero 1972 · 20 páginas

 

¿Monjas terroristas?

Por Pablo Artiles

En el mismo número —5 de febrero 1972— aparecen en un diario de Madrid tres monjas protagonistas de distintos hechos, con sus fotos respectivas.

La primera, sor María Visitación Agúndez, de noventa y dos años, que cumple sus bodas de diamante como religiosa en un monasterio de Zamora. Aparece en la foto con su hábito, y una corona que simboliza su entrega al Señor, y rodeada de sus hermanas de religión: todo un símbolo de servicio a una vocación de piedad, trabajo y silencio.

La segunda foto representa a una monja que rescata de un incendio a una enferma, en el hospital San Vicenzo, en Roma. Con su hábito blanco simboliza la caridad y el amor, en su genuino sentido cristiano y humano: ofrece su vida al prójimo, callada humildemente..., como tantas otras personas, religiosas o no, que sienten ideales de desprendimiento por el hermano necesitado, con toda una vida de saacrificio y renuncia.

Estas dos figuras reprensentan para mí a la verdadera Iglesia de Cristo, el auténtico espírtiu del Evangelio; a la Iaglesia de siempre, la del amor y la virtud callada y heroica. Podríamos decir a la Iglesia eterna, la genuina, la de ante y posconcilio Vaticano II.

La tercera figura no puede ser fruto del Concilio, sino de quienes han utilizado y aprovechadolos sanos principios del Concilio, interpretándolos caprichosamente, para justificar aberraciones increíbles, anti-evangélicas y propias de gente sin juicio, sin sentido. Es decir, de quienes han hecho del Santo Concilio «tapadera» de acciones lictuosas.

En esta tercera foto aparece una monja vestida de seglar y un sacerdote, ambos americanos del Norte, ilustrada con estas líneas que transcribo del periódico («Arriba» del 5 de febrero de 1972):

«JUICIO CONTRA DOS TERRORISTAS — Terroristas es concepto que no casa bien con clérigo o monja. Pero, desgraciadamente, en este caso es aplicable. El sacerdote Neil McLaughlin... y la monja Elizabeth McAlister, de paisano, son dos de los juzgados por terrorismo en Harrisburg, Pensilvania...»

Si mis recuerdos no fallan, la intención terroristica consistió en la voladura de la Casa Blanca, residencia del Presidente de los Estados Unidos, para enviarlo al cielo en un «sancti-amén».

Como la justicia americana no está influida por motivaciones extrajurídicas, es de suponer que, de comprobarse la complicidad de estos dos ejemplares de la «nueva iglesia», pagarán su delito merecidamente, pues el vestir un hábito —bueno, la monja no lo lleva— no es razón para estar inmunes de sufrir el castigo de la Ley, como exige el bien social

Nos avergüenzan estos dos modelos de «profetismo» pos-Vaticano II. No clamaremos, ni acudiremos al hipócrita recurso de «humanitarismo», «convivencia», «justicia social», etc., a que se ha recurrido en España cuando se trató de juzgar —juzgar nada más— a algún terrorista asesino y atracador, en cuya acción estaban implicados algunos sacerdotes. Ni creo que las altas jerarquías americanas llorarán a lágrima viva por el hecho de que la justicia de su patria defienda a la sociedad de terroristas y atracadores...

Ni tampoco llorarán los que hicieron eco a la campaña antiespañola. Seguirán callados como moscas, porque de lo que se trataba no era el «humanitarismo», la «convivencia» y la «demostración de fuerza moral con la concesión del perdón», sino de desprestigiar a un gobierno fundamentalmente católico, que ha conservado en paz a un pueblo, vencedor del comunismo. Y el comunismo universal se alió para vociferar y gritar, haciéndole eco muchos señores y monseñores, con sin igual unanimidad: desearíamos que ahora gritaran y vociferaran igualmente...

Pero no lo esperen: estos dos americanos —sacerdote y monja— no deben ser comunistas. Por lo mismo, ni se grita ni se vocifera, ni claman... si hubieran sido comunistas y un tribunal español los fuera a juzgar, el gimoteo sería gallinesco y con lágrimones de cocodrilo...

¿Con quién vamos a estar los seguidores de Cristo? ¿Con las dos primeras monjas, humildes, calladas, que ofrecen su vida sin «triunfalismo» y meritoriamente, o con la monja terrorista, de la dinamita y el crimen premeditado, destructor y bárbaro?

Ya sé la respuesta que dará todo cristiano sensato e imitador de Cristo. Porque un Cristo dinamitero, terrorista, asesino y criminal es algo así como todo lo contrario de lo que Cristo fue: un anti-Cristo, en suma...

Sin embargo, esta portura criminal y terrorista la vemos casi alabada nada menos en un libro editado para orientar a los predicadores del Evangelio, con el «Imprimatur» del Dr. Luis Franco, Obispo de Tenrife (?) y el «Puede imprimirse» de Antonio Hortelano, Superior Provincial de los Redentoristas.

Ponemos un interrogante al nombre del Prelado de Tenerife, porque nos extraña en un Obispo tan sensato y prudente. Pero no en el del Padre Hortelano, pues es bien conocida su postura ultraprogresista.

Se dice en dicho libro, titulado «Evangelización para nuestro tiempo»:

«Muchos de los profetas han sido ellos mismos sacerdotes. Aquí se justifica la acción profética de muchos clérigos de hoy. Pero otros fueron simplemente laicos. En ellos tienen sus precursores los profetas laicos de hoy. El impacto que causan en nosotros los resume así Alcen, miembro de la Comisión Pontificia «Justicia y Paz», refiriéndose a Camilo Torres, «Che» Guevara y Regis Debray: «Puedo alabar sin miedo el heroísmo de estos tres hombres..., víctimas de la violencia..., que representan un ejemplo de lo que hay de más puro en la naturaleza humana...»

Y esto para que los prediquen los sacerdotes en los púlpitos...

Con razón protestas tantas veces los oyentes, callados y sufridos, pero que se indignan ante ciertas prédicas tan anticristianas hechas en nombre de la Justicia y la Paz... Esa «Justicia y paz» que buscaba la monja elizabeth alister y el cura Neil McLaughlin convirtiendo en cenizas la Casa Blanca... Con tales prédicas, tales frutos.

¿Y a eso llaman «profetismo»? entonces había que aconsejar a los curas y a las monjas que formaran bandas de terroristas y ¡a salvar el mundo con dinamita, bombas y asesinatos...!

¡A dónde nos llevan estos plusultristas, movilistas, carismáticos, ultraprogresistas y violentamente triunfalistas!

 
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