
¿Qué pasa? Semanario independiente
año 8, número 384 · Madrid, 8 mayo 1971 · 20 páginas
Hechos y dichos
Por Garcinuño
1. Fea situación en la Argentinas.—Cuando escribimos estas líneas (19 de abril) se agita en Madrid el tema del retorno de Perón a su país, donde, no obstante sus dieciséis años de ausencia, todavía le reclama una considerables parte del pueblo argentino. ¿Volverá Perón? Y si vuelve, ¿se pacificará el país? Es verdad que sus enemigos no lograron con su derrocamiento llevar a la nación a un estado de prosperidad y de paz, y no lo lograron porque les movió el odio, la revancha política y la persecución implacable a todo lo peronista. Los mismos católicos argentinos se vieron más o menos envueltos en estos sentimientos, porque no supieron perdonar unos dias tontos de persecución religiosa.
Parece que el actual Gobierno tolera su retorno. Aún suponiendo que las palabras del Presidente Lanusse sean sinceras —pues fue siempre furibundo antiperonista—, las huestes radicales, comunistas y muchos altos mandos del Ejército, ¿permitirán tal retorno? Es muy de temer que todo ello pudiera desembocar en un estado de guerra civil. Pidamos al Cielo que no sea así. Los católicos, a través de sus jerarquías e instituciones, pueden en este momento desempeñar un papel conciliador y decisivo si saben desprenderse de viejos compromisos con las clases adineradas y se dan con más sinceridad y sencillez a la masa obrera, esa masa obrera argentina que en un 90 por 100 —único caso en el mundo— no es comunista gracias al Sindicalismo peronista, por cierto, en sus líneas principales, calcado en el Sindicalismo español. Si se encabritó en estos años de forma subversiva, ¿no sería porque se la espoleó demasiado...?
2. El minipantalón.—Ya tenemos en la calle esta moda ultraescandalosa, y pronto la tendremos también en el interior de los templos, si acontece con ella lo que pasó con la minifalda. Salió esta moda; las madres, los padres, los curas, las monjas, las personas sensatas, echáronse las manos a la cabeza, y todos pensaron que en seuida saldría una amonestación reprobadora por parte de los obispos españoles, pastores puestos por Dios para guardar y vigilar la moral y la fe de la grey católica. Mas no fue asi. La minifalda fue prosperando ante este extraño silencio en el vestir ordinario de nuestras jóvenes y aun de muchas mujeres mayores. Hasta el punto de invadir el sagrado recinto de los templos ante la actitud tolerante de los curas y frailes, los cuales hoy ya ni tienen inconveniente en dar la Sagrada Comunión a las minifalderas, candorosas y angelicales jóvenes, a las cuales no se debe reprender —dice el clero progresista— porque «la modestia del vestido femenino no está en la cantidad de tela que tenga éste, sino en la intención con que se mire a la mujer».
Pues nos tememos que acontezca pareja cosa con el «minipantalón» y le tengamos pronto también hasta «en la sopa», hasta en la sopa y hasta en los bancos de nuestros templos a ciencia y paciencia del pueblo de Dios. Y después pasará algún tiempo, y como los modistos ya no tendrán más tela que cortar, habrán de recurrir a la hoja de parra. Y es muy posible que esta famosa hoja sea la sucesora del minipantalón. Si asi fuera, tenemos la seguridad que entonces es cuando romperían su silencio nuestros pastores, recriminando y condenando como en sus mejores tiempos. Porque de lo contrario sería el acabóse, el acabóse de la deserción pastoral y el acabóse de la Fe de España...