¿Qué pasa? Semanario independiente
año 4, número 208 · Madrid, 23 diciembre 1967 · 24 páginas
Quieren hacer de Dios, a lo más, "EL CAMARADA DIOS"
Por A. Roig
Las píldoras anticonceptivas y unos jesuitas inconcebibles
Acaba de llegar a mis manos la revista «América», editada por los jesuitas de los Estados Unidos de Norteamérica y del Canadá cuyo número dedicado al Sínodo Episcopal ha publicado nada menos que un editorial pidiendo el cambio de la posición de la Iglesia respecto a los problemas del control de la natalidad, titulado «Anticonceptivos y Sínodo Episcopal».
Sus autores hacen suya en «América» una postura extendida, según ellos, entre médicos «católicos». En dicho editorial se cita a «un importante médico católico», al que no se nombra: «En mi opinión, los anticonceptivos son indispensables para una vida sana de la familia católica. Digo bien: indispensables.» Esta defensa de los anticonceptivos sitúa a la revista «América» en posición doctrinal y moral contraria a las enseñanzas de la Iglesia. Abiertamente se sitúa la revista jesuítica citada contra el Magisterio Pontificio cuando, seguidamente, afirma: «La mayoría de matrimonios no puede realizar los valores que la Iglesia proclama como componentes del estado matrimonial, si no pueden practicar, en ciertas situaciones —que «América» no expone—, el control de la natalidad. LA IGLESIA TENDRÁ QUE CAMBIAR, SEA RESPECTO A LOS ANTICONCEPTIVOS, O SEA RESPECTO AL MATRIMONIO. MANTENER AMBOS CRITERIOS ES IMPOSIBLE PARA LA IGLESIA EN EL TIEMPO ACTUAL.»
Los progresistas franceses, con la «doctrina» citada, sustentada por los jesuítas en su órgano «América», no pueden disimular su extraordinaria satisfacción y coincidencia. Y no digamos del progresismo alemán. «Herderkorrespondenz» del pasado noviembre se ocupa también del tema del uso de los anticonceptivos, considerando despectivamente —como si sus oponentes doctrinales fuesen poco menos que unos atrasados mentales— que «todavía quedan médicos alemanes que respetan la doctrina papal, que aún condena todo control artificial de la natalidad, sin tener en cuenta que en el empleo de los anticonceptivos se descubren, en ciertas situaciones valores humanos tanto positivos como negativos».
Lo más grave aún es el silencio de muchos obispos en tan importante materia, permitiendo se divulgue el error, en espera de que el Papa tome una definitiva solución. como si a este respecto no existiesen anteriores enseñanzas pontificias.
El vandalismo en acción
Las extravagancias litúrgicas van en aumento. «Temoignage Chretien» difunde su júbilo por la sistemática demolición de que viene siendo objeto toda la liturgia católica. Replicando a dicho semanario marxista-progresista, el Presidente de «Une Voce», de Lyon, monsieur Veyrat, ha calificado a tales innovaciones, muy justamente, de «indecence». Sin pelos en la lengua les dice: «Gracias a vosotros y a vuestros acólitos, los artículos 36, 54 y 116 de la «Constitución sobre la Sagrada Liturgia» son sistemáticamente olvidados y deliberadamente violados. La subversión litúrgica llevada a cabo por una banda de vándalos ha conseguido su objetivo: destruir el sentido de lo sagrado y transformar a Dios en un camarada.» «Temoignage Chretien» del 23 de noviembre le contesta a Mr. Veyrat lo siguiente: «Nos consuela el pensar que «nuestros acólitos» y la «banda de vándalos», en materia de violación de la Constitución Litúrgica aprobada por el Concilio Vaticano II, son precisamente nuestros Obispos.» Desgraciadamente, es la pura verdad. Hace va demasiado tiempo que en ellos se escuda el progresismo. Lo cual prueba que la causa de tanto desastre radica en un estrato muy sunerior al del Episcopado. El «Consilium», y quien goza de autoridad encima de él, son los culpables de tanto desbarajuste.
La libertad religiosa, objetivo cumplido
Hasta hace algunos meses, el clamor en pro de la «libertad religiosa» resonaba en todos los ámbitos de la Iglesia. Desde Francia se veía bien claro que los disparos iban dirigidos contra España. A la unidad religiosas y a los países que —como España— profesaban en el espíritu de sus leyes la unidad católica, se les sentó prácticamente en el banquillo de los acusados en el Concilio. Algún día podrá saberse exactamente la virulencia y el alcance de los ataques de que fueron objeto los Obispos españoles. Pero desde que dichos países —concretamente, España— adoptaron su legislación a la nueva orientación de la Iglesia acordada en el Concilio, enmudecieron las cajas de resonancia antiespañolas igualmente instaldas fuera que dentro de la Iglegia. Una vez conseguido el objetivp de la libertad civil en materia religiosa impuesto por el Concilio Vaticano II a las naciones que profesaban en materia de unidad católica la doctrina que hasta entonces había enseñado la Iglesia, ya no ha vuelto a hablarse más de libertad religiosa. Los objetivos habían sido alcanzados. Los sectores franceses fieles a la integridad doctrinal de la Iglesia Católica han captado perfectamente la maniobra.
La desnudez y el erotismo son muy higiénicos
La inmoralidad penetra confiada y segura en los órganos católicos, sin que aparezca la corrección, o la desautorización, de la Jerarquía. Prueba de ello la tenemos en la publicación «Cri du Mon de», órgano de los estudiantes «católicos», elogiando las «virtudes» de los perillanes de «Play-Boy», revista americana, ampliamente difundida en toda Europa, dedicada al sexualismo, que, según dicho órgano «católico» de los estudiantes, «¡ha adquirido una innegable respetabilidad!» «Las formas desnudas de jóvenes bellezas conocen tal aceptación y éxito», que constituyen «el testimonio de la recontre d’une société et d'un style». ¡Un órgano católico dignificando el erotismo! Según el citado «Cri du Monde», «La nudité est alor subtilement transformée et la sexualité suggerée n’est plus un evenement érotique, mais una activité habituelle et en somme hygiénique». (¡!).
«Teología radical de la muerte de Dios»
Mientras la mayoría de las publicaciones católicas han concedido sus elogios al comunismo con motivo del cincuentenario de la Revolución de Octubre, la revista «Exil et Liberté» ha recordado con tal motivo el carácter satánico del comunismo, no sólo por sus violencias y asesinatos, sino que también por el crimen cometido contra las inteligencias y contra los sentimientos para alcanzar una total desnaturalización del hombre, presentada como una liberación de la idea y del concepto de Dios. Efectivamente, el progresismo dominante está extendiendo con rapidez galopante su «teología radical de la muerte de Dios» y su «purificación de la fe», que nos presenta a un Cristo identificado con la humanidad material, y a los hombres como los únicas «piedras vivas», como si los sacramentos no hubiesen sido instituidos por Jesucristo y en el sentido de lo sagrado hubiese ya desaparecido y hasta ahora hubiese sido el más grave error mantenido por la Iglesia durante dos mil años. Por eso se nos predica desde ciertos púlpitos que «la noción de lo sagrado está a punto de fracasar definitivamente porque es sustituida por el progreso de las ciencias físicas, las ciencias humanas y las estructuras sociales...», expulsando de la ciencia de los hombres el sentido de lo sobrenatural, «desmitizando el contenido de la fe y la persona de Jesús». Impunemente se puede negar la Divinidad de Jesús en un púlpito católico, y no pasa nada. Antes al contrario, se felicita a quienes predican «la transformation profonde de l’image que l’on se fait de Dieu»; son elogiadas «ciertas formas de ateísmo que son, para muchos «cristianos», un aliento sugestivo». En resumen: es la apostasía, la demencia, el auténtico satanismo y, en suma, el conjunto de todos los errores. También el enemigo pretende que la Iglesia haga su Revolución de octubre.
Sindicalismo católico
La C.F.T.C. (Confederation Française des Travailleurs Chretiens), perseverante por no haber seguido la «desconfesionalización» y autodisolución al no integrarse en la C.F.T.D., ha celebrado en Clichy su cuarenta y tres Congreso, coincidente con el ochenta aniversario de la fundación en Francia del sindicalismo cristiano.
La consecuente C.F.T.C, presidida por Joseph Sauty, con sus 510 sindicatos, sus 25 federaciones industriales, sus 55 uniones departamentales, son un testimonio elocuente de fidelidad, de enfrentamiento valiente contra la politización subversiva, contra la demagogia, de promoción de un sindicalismo serio, patriótico, constructivo, fraternal y, por encima de todo, católico.
En breve piensan proponer a la Asamblea Nacional dos proyectos ley. El primero, el arbitraje obligatorio de los conflictos de trabajo, lo que permitiría solucionarlos con equidad y de acuerdo con el bien común, en vez de dejar su solución en manos de la violencia, el miedo, el hambre o la apatía. Es la actitud lógica de quienes con lógico sentido común han superado la lucha de clases. El segundo proyecto de ley consiste en que de las cuotas de los afiliados a los sindicatos —incrementándolas en uno o dos francos por mes— participasen los sindicatos en la formación profesional de los trabajadores.
Tolouse, diciembre de 1967