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¿Qué pasa? Semanario independiente

año 4, número 206 · Madrid, 9 diciembre 1967 · 24 páginas

 

Otro aspecto de la revolución

Por Acacio

Los estudiantes retrógrados que nos quieren llevar de nuevo a los tiempos de la República se creen, por lo menos los más ingenuos, que ellos solitos, sin pedir permiso a papá, han comenzado la revolución, y que con su solo impulso la harán triunfar- ¡Tal es su fuerza, su energía, su coraje y la justicia que les asiste! Si todos los universitarios de España fueran revolucionarios, pero nada más que ellos, su suerte estaría echada. Pero para bien de su causa, aunque para desgracia de ellos, no están solos. Tienen alentadores mayorcitos que los empujan sinuosamente. Son, en general, los voceros de la crisis paterno-filial y del encuentro de clones, que con estos camelos quieren disimular que lo que parecen efervescencias juveniles están inspiradas por ellos, por 1os de edad avanzada. La revolución no es exclusivamente estudiantil, ni tampoco se reduce a la política. De todo esto en uno voy a poner una muestra.

El sábado 25 de noviembre el Padre Miguel Benzo, profesor de la Universidad de Madrid, pronunció una conferencia en el Paraninfo de Filosofía y Letras bajo el título de «Ateísmo Universitario». Se vió, después de oída la conferencia, que el título está notablemente mal puesto. Más gráfico, y más de acuerdo con lo que allí se dijo, sería este otro: «Motivos para no creer.» El R. P., ante la brevedad de tiempo y la imposibilidad de desarrollar el tema, se limitó a hacer «una enumeración de las diversas formas del ateísmo universitario». Así las cosas, recontó los motivos para no creer, que según él habían encontrado los universitarios, y se marchó. Espero que los lectores capten el profundo sentido subversivo y revolucionario de semejante hecho.

¿A dónde acudió nuestro conferenciante para contarnos las razones de no creer, de los universitarios españoles? Cita a Heiddeger, Freud, Sartre, Dostoievski, Sthendal, Nietzche, Simone de Beauvoir... A todos estos autores ha recurrido para documentarnos sobre el ateísmo universitario. Pero con ellos, lo que nos ofrece, dándonos gato por liebre, es el ateísmo reflexivo y maduro, elaborado durante siglos de incredulidad. Es más: como quien ha seguido un buen camino, nos aconseja a nosotros también que los leamos, para que no sea parcial nuestra información. «Hay que leer, tanto a Sartre como al padre "Villapum”.»

Tan excelentemente documentado, el conferenciante se muestra excelente enumerador de motivos para no creer. Nueve nos expone en total, con varias subdivisiones en cada uno de ellos. He aquí algunos:

ATEÍSMO DE REACCIÓN.—Aquí el P. Benzo se muestra buen hegeliano: El creyente, que es como la tesis, da lugar al no creyente, la antítesis. Se deja en el aire la síntesis, que sería la coexistencia pacífica. «En la sociedad española se ejerce una presión religiosa sobre el joven, y éste reacciona ante esa presión excesiva.» La familia y el colegio, la sociedad paternalista, el sistema de enseñanza religiosa, la crisis paterno filial, son los exponentes de esta opresión.

ATEÍSMO DE REVOLUCIÓN.—En este apartado, y con el subtitulo de «Crisis y muerte del Dios mágico», expone el argumento del campesino paleolítico: El campesino, que antes rogaba a Dios para que lloviera, ahora sabe que encendiendo la televisión, un hombre por medios naturales, le dice si llueve o no llueve. De esta manera el campesino deja de creer. Aparte de que este es un motivo campestre, y no universitario, yo no sé si habrá en el mundo un campesino tan tonto como el padre supone. La idolatría de la cultura hace suponer que el campesino, siendo analfabeto, no tiene discernimiento alguno. Pero, por lo menos, su entendimiento natural no ha sido destrozado al pasar por la Universidad, como les sucede a algunas infatuados, que por tener algunas letras se creen en el Olimpo. Lo que sí sé es que esta tontada del P. Benzo está en consonancia con el «ateísmo científico» de la U.R.S.S. y satélites, donde creían que los campesinos iban a cambiar dioses por televisores. (A más ciencia y más técnica, menos fe.) Pero se han llevado el chasco y el P. Benzo no lo sabe.

Hay también, dentro del ateísmo de evolución, la crisis y muerte del Dios seguridad, gracias al invento de las compañías de seguros, del Dios conciencia, al observar más valores morales en los países no creyentes que en los creyentes, e incluso (perdonen los lectores, pero tal oímos), del Dios farmacéutico.

Hay muchas más crisis y muertes, y decepciones, ya que el Padre Benzo se muestra infatigable. Dice, finalizando su exposición, que «la idea cristiana de que el mundo es una peregrinación no es aceptable porque es una traición al mundo».

Terminada la menuda enumeración (no lo he contado todo), el conferenciante plantea preguntas tales como éstas: ¿Estás dispuesto a romper con la nostalgia de la niñez? ¿Has sufrido el problema de verdad o sólo de oídas? Finalmente, se marcha. El ha sembrado y después otros recogerán. Los revoltosillos se dirán: «¡Qué hombre más claro, más sincero, tan sin prejuicios! ¡Evidentemente, habrá realizado una toma de conciencia!»

El P. Benzo siempre tendrá un subterfugio: él no ha expresado su opinión, se ha limitado a exponer un tema. De todas maneras, yo diré que su exposición queda incompleta, ya que no ha expuesto dos de las causas del ateísmo. Lamentable olvido, ya que el conferenciante las debía de conocer muy bien. Una de ellas es las lecturas que ha «leído», y otra, él mismo, con conferencias como ésta. Para mí, quedaría plenamente justificado si las hubiera añadido.

Recogiendo velas, oiré que este acto, ni juvenil ni político, amplía el área revolucionaria hasta sus exactos límites.

 
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