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Sabino Álvarez Gendín

Discursos pronunciados por el Excmo. Sr. Rector de la Universidad

Anales de la Universidad de Oviedo · Tomo VI · 1936-1938

Conferencias del Curso Universitario celebrado en el Instituto de Luarca
durante el mes de Agosto de 1937
 
Establecimiento Tipográfico “La Cruz”
Calle de San Vicente, núm. 8 · Oviedo 1939

Sabino Álvarez Gendín, Prólogo · v-vii
Sabino Álvarez Gendín, Discursos pronunciados por el Excmo. Sr. Rector de la Universidad · 1-36
 

Prólogo

El 18 de Julio de 1936 vibra Oviedo ávido de sacudir el yugo marxista que desde el 17 de Febrero anterior oprimía a España, vulnerando libertades y franquicias constitucionales, desmenuzando su unidad nacional, persiguiendo la religión tradicional en el país y entregándola al libre arbitrio de los Comités rusos.

La Universidad había cesado en sus tareas académicas, pero los estudiantes todos, muchos de sus profesores, empleados administrativos y bedeles, saturados del optimismo patriótico que se formó en la misma Escuela, –que es la primera de España en que se cantó el “Himno de la Falange”, brazo en alto, ante una masa socialista–, se apresuraron a alistarse a las filas del invicto General Aranda, quedando interrumpidas las tareas hasta que en un Claustro académico de inolvidable memoria, celebrado entre el bordoneo del cañón y el tableteo de ametralladoras, el día 12 de Abril de 1937, se acordó reanudarlas.

El resultado de ellas son las conferencias que pronunciaron los catedráticos y profesores universitarios, cuyo programa figura en estos Anales, que a su vez reanudan los publicados hasta el año de 1911, y muchas de las cuales se publican en el presente libro, no apareciendo las de algunos de los profesores por razones de enfermedad o por hallarse movilizados, impidiéndoles preparar o corregir las notas básicas de sus disertaciones.

Se observará en las conferencias un afán de reverdecer nuestras tradiciones, de exaltar el patriotismo y de procurarse una autarquía económica nacional. Hemos de intentar para los sucesivos cursos –como ya se habrá visto en las celebradas en 1938– realizar una labor, a la par que propedéutica, formativa.

No hay duda que con la selección de los dirigentes de la sociedad se tiene andado la mitad del camino para hacer una España cristiana y culta, digna de continuar la España nacional que tuvo por primeros protagonistas a los Reyes católicos.

Ahora, bien; si Asturias y su Universidad pagaron tributo a las ideas racionalistas y krausistas dominantes en el siglo de las luces; si es verdad que Asturias, en el orden intelectual, no se sustrajo a los influjos de la Enciclopedia ni de las ideas liberales y regalistas que imperaban en los siglos XVIII y XIX no ha hecho más que otras regiones. Acaso menos, porque si bien es cierto que Campomanes es autor del “Tratado de Regalía de Amortización”, tuvo un contradictor en el Cardenal Inguanzo; autor del “Tratado del dominio de la Iglesia sobre sus bienes temporales”, tan asturiano éste como aquél.

Y si Jovellanos mostró repugnancia a las manos muertas, no fue por espíritu sectario hacia la Iglesia, poseedora de bienes, sino, simplemente, por razones económicas. No fue masón Jovellanos; en cambio sí un católico perseverante, como se observa en la lectura de sus “Diarios”.

El propugnó la enseñanza catequista para los Centros docentes en su “Tratado teórico práctico de la Enseñanza”.

Suyas son estas palabras, inclinadas a que “la enseñanza de las virtudes morales se perfeccione con la luz Divina, sobre cuyos principios derramó su doctrina Jesucristo, sin la cual ninguna regla de conducta será constante, ninguna virtud verdadera y digna de un cristiano”.

Y suya esta sentida lamentación, que parece hecha para los días luctuosos de la malhadada República de los trabajadores: “¿Por qué fatalidad en nuestros Institutos de educación se cuidan tanto de hacer los hombres sabios y tan poco cristianos?”

No se puede decir, como se dijo, que el proceso de descomposición cristiano de Asturias, se inició desde Jovellanos, o más remotamente en la época de Feijóo, porque Feijóo, en sus ensayos, singularmente del Teatro Crítico, tronase, siguiendo el espíritu crítico de la época y dado con exceso el método intuitivo y experimental, contra supercherías religiosas, duendes y zahoríes. ¿No es ese el mismo espíritu que tuvo y tiene la Iglesia católica, que custodia los mandamientos de la Ley de Dios, condenándose en el primero la fe en agüeros y el uso de hechicerías o cosas supersticiosas?

Si en Asturias han plasmado las ideas materialistas, es imputable al desarrollo y al arraigo del capitalismo y la industria en un régimen de liberalismo clásico económico, desespiritualizando la vida y abonando el terreno para el cultivo del socialismo y la rebelión obrerista, a lo que no contribuyeron poco los capitales extranjeros y la inmigración de familias extranjeras, singularmente belgas, en Mieres, Arnao, Avilés, &c. al implantarse las fundiciones de hierro, zinc, vidrio y las explotaciones mineras.

Bien supo señalar este daño de la materialización de la vida regional el que veníamos llamando Patriarca de las letras asturianas, fallecido en zona roja, D. Armando Palacio Valdés, en su “Aldea perdida”.

Para hacer frente a ese materialismo, entronizado en las regiones industriales, hace falta oponer el órgano gonfalonero de la inteligencia, el cerebro potente de la Universidad, que trace nuevos rumbos culturales y aspiraciones espirituales a los intelectuales y dirigentes de dichas regiones, en consonancia con los moldes en que se vacía el gobierno político del país en la Santa Cruzada que llevamos a cabo en España.

El Rector de la Universidad,  
Sabino Álvarez-Gendín  

1938

(páginas v-vii.)

 
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