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Boletín de Prensa Comunista

n.° 566 · 12 junio 1967 · 67 páginas

Oficina de enlace del Ministerio de Información y Turismo de España

 

Índice de materias

I. España

El camarada Santiago Carrillo en Bucarest (Scinteia, Bucarest, 29.5.1967), 2

En España amanece (L'Humanité, París, 26 y 30.5.1967), 3

II. Hechos y actividades
  Política internacional

Comunicado soviético-italiano (Izvestia, Moscú, 18.5.1967), 17

Declaración del Gobierno soviético sobre la situación en el Oriente Medio (Izvestia, Moscú, 25.5.1967), 21

  Política interior china

El elemento esencial del libro sobre la “autocultivación” es la traición a la dictadura del proletariado (Pekín Informa, Pekín, n° 20, 17.5.1967), 24

  Los países satélites

Demasiados controles que no justifican su utilidad e imprescincible necesidad (Munca, Bucarest, 17.5.1967), 35

IV. Comentarios

La relación entre las tensiones (Izvestia, Moscú, 23.5.1967), 39

Moscú y el estrecho de Tirán (De nuestro servicio especial informativo, 29.5.1967), 42

IV Congreso de Escritores de la URSS (Pravda, Moscú, 23, 24, 25 y 26.5.1967), 45

El elemento esencial del libro sobre la “autocultivación” es la traición a la dictadura del proletariado

Pekín Informa
Pekín  
Número 20  
17.5.1967  

 
Todas las luchas revolucionarias del mundo tienen por objetivo tomar el Poder y consolidarlo. Y, asimismo, las luchas desesperadas de los contrarrevolucionarios contra las fuerzas revolucionarias tienen únicamente por objetivo mantener su Poder.
MAO TSE-TUNG  
 

El libro sobre la “autocultivación” de los comunistas es la obra representativa del máximo de los elementos con poder seguidores del camino capitalista dentro del Partido{1}. Se trata de una hierba extremadamente venenosa contraria al marxismo-leninismo, al pensamiento de Mao Tse-tung. Su veneno se ha regado en toda China y en el mundo. Hay que criticarlo y repudiarlo a fondo.

¿Cuál es el elemento esencial en este libro?

Es la traición a la teoría marxista-leninista de la dictadura del proletariado. Y la traición a la teoría de la dictadura del proletariado significa completa y total traición al propio marxismo-leninismo y a la causa revolucionaria del proletariado.

Ya hace más de un siglo Marx señaló:

«… Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases solo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases…» (C. Marx y F. Engels: Obras escogidas en dos tomos, T. II; pág. 481, “Marx a J. Weydemeyer”, 5 de marzo de 1852, versión española, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1955).

Lenin señaló enfáticamente hace 50 años:

«Lo fundamental en la doctrina de Marx es la lucha de clases. Así se dice y se escribe muy frecuentemente. Pero no es exacto. De esta inexactitud se deriva con gran frecuencia la tergiversación oportunista del marxismo, su falseamiento en un sentido aceptable para la burguesía. Quién reconoce solamente la lucha de clases no es aún marxista, puede mantenerse todavía dentro del marco del pensamiento burgués y de la política burguesa. Circunscribir el marxismo a la teoría de la lucha de clases es limitar el marxismo, tergiversarlo, reducirlo a algo que la burguesía puede aceptar. Marxista sólo es el que hace extensivo el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado. En ello estriba la más profunda diferencia entre un marxista y un pequeño (o un gran) burgués adocenado. En esta piedra de toque es en la que hay que contrastar la comprensión y el roconocimiento real del marxismo.» (V. I. Lenin: Obras escogidas en tres tomos, t. II, pág. 329, “El Estado y la revolución”, versión española, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1960).

Al igual que todos los oportunistas en la historia del movimiento comunista internacional, el autor del libro sobre la “autocultivación” cercena y tergiversa los fundamentos del marxismo. Pese a que salpica este libro de casi 50.000 palabras con ciertas frases abstractas sobre la lucha de clases, no hace mención alguna de la lucha de clases real ni de la dictadura del proletariado. Omitiendo la dictadura del proletariado, sus referencias a la lucha de clases resultan, como es lógico, absurdos engañosos y enteramente aceptables para la burguesía.

El libro se publica por primera vez en julio de 1939 y se reimprimió muchas veces durante la Guerra de Resistencia contra el Japón y la Guerra de Liberación. Ninguna de estas ediciones hizo mención alguna de la guerra antijaponesa y la lucha de clases durante este periodo{2} (ni de la Guerra de liberación y la lucha de clases en ese tiempo, ni de la cuestión de la toma del Poder). Semejante “autocultivación” no podía tocar ni un pelo al imperialismo japonés, ni al imperialismo norteamericano y su lacayo, el Kuomintang de Chiang Kai-schek.

Durante le Guerra de Resistencia contra el Japón, el Presidente Mao señaló: “La tarea central y la forma más alta de toda revolución es la toma del Poder por medio de la fuerza armada, es decir, la solución del problema por medio de la guerra”. (Problemas de la guerra y de la estrategia). “Es en medio de guerras revolucionarias que nuestro Partido se ha desarrollado, consolidado y bolchevizado. Sin la lucha armada, el partido Comunista no habría llegado a ser lo que es hoy.” (Presentación de “El Comunista”.) Es obvio que el desarrollo, consolidación y construcción del Partido así como la transformación ideológica de sus militantes no pueden tratarse fuera del contexto de las guerras revolucionarias y de la toma del Poder por medio de la fuerza armada. Sin embargo, en los años de guerra cuando los cañones rugían, en los años de la toma del Poder, el máximo de los elementos con poder seguidores del camino capitalista dentro del Partido pretendía que la gente se sumergiera en la “autocultivación” olvidando la tarea fundamental de tomar el Poder mediante la fuerza armada. ¡La “autocultivación” de este tipo sólo puede “cultivar” filisteos que no participan en la guerra revolucionaria ni desean tomar el Poder! Los filisteos producto de tal “cultivación” nada tienen de comunistas, sino que son socialdemócratas de la II Internacional.

Cuando salió en agosto de 1949 una edición revisada del libro sobre la “autocultivación” de los comunistas, y cuando se volvió a publicar con muchos agregados y recortes en agosto de 1962, ofreció la misma mercancía de antes. Aunque revisado y reeditado en estas fechas, el libro no solo no menciona una sola palabra acerca de la revolución socialista ni la lucha de clases en la sociedad socialista, sino que mantiene absoluto silencio sobre la dictadura del proletariado. El máximo de los elementos con poder seguidores del camino capitalista dentro del Partido se contrapuso descaradamente a toda una serie de grandes obras del Presidente Mao tales como “Informe ante la II Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VII Congreso Nacional del Partido Comunista de China”, “Sobre la dictadura democrática popular” y “Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo”. Abiertamente en contra del pensamiento de Mao Tse-tung, quiso que la gente olvidara la revolución socialista, la lucha de clases en la sociedad socialista y la dictadura del proletariado y se entrega a la “autocultivación”. ¡La “autocultivación” de esta especie sólo puede “cultivar” a la gente transformándola en Bujarins que trabajan por el capitalismo en vez del socialismo, o en Jruschovs que rechazan la dictadura del proletariado y restauran el capitalismo!

Aunque revisado y reimpreso muchas veces, el libro sobre la “autocultivación” no se refiere a la toma del Poder mediante la fuerza armada ni a la dictadura del proletariado. ¿Se trata de un descuido casual? No.

El libro aborda la cuestión del Estado. Un marxista no puede, en modo alguno, abordar esta cuestión sin mencionar la naturaleza de clase del Estado y la dictadura del proletariado. Pero el libro sobre la “autocultivación” excluye precisamente esta dictadura y habla en abstracto del problema del Estado, a la manera de los eruditos a sueldo de la burguesía.

El autor del libro sobre la “autocultivación” dice que el proletariado “puede establecer un aparato partidario y estatal con estricta organización y disciplina para llevar a cabo una lucha irreconciliable contra toda forma de corrupción, burocracia y degeneración y eliminar incesantemente del Partido y de los organismos estatales a aquellos elementos que se hayan corrompido, burocratizado y degenerado en su trabajo”, con el propósito de “preservar la pureza del Partido y de los organismos estatales”. Cabe preguntar: “¿Cómo puede establecer el proletariado su aparato estatal? ¿Puede hacerlo sin una revolución violenta? ¿Puede hacerlo sin aplastar la vieja máquina estatal? El libro descarta precisamente estos principios fundamentales del marxismo-leninismo. Parecería, según el autor, que, mientras los comunistas concentren sus esfuerzos en la “autocultivación”, un “Estado ideal” descenderá de los cielos. Sus sueños no son otra cosa que un Estado burgués.

En la edición de 1962 del libro se agrega especialmente al pasaje citado lo siguiente: “establecer un aparato estatal centralizado y a la vez democrático”. Esta adición deliberada indica cómo considera el autor la naturaleza de nuestro Estado. No obstante, ni aquí ni en ninguna otra parte del libro hace la más mínima mención de la dictadura sobre el enemigo de clase. El Presidente Mao dice que nuestro Estado proletario ejerce la dictadura sobre el enemigo de clase y “practica el centralismo democrático en el seno del pueblo”. Al calificar a nuestro Estado como meramente “centralizado y a la vez democrático”, sin dictadura sobre el enemigo, ¿qué hace 2l autor del libro sobre la “autocultivación” si no oponerse a la dictadura del proletariado, predicar la teoría de Jruschov de “Estado de todo el pueblo” y propugnar la dictadura de la burguesía?

El libro se explaya para describir “la causa del comunismo como la más grande y más ardua empresa de la historia humana”. Un marxista debería encontrar aquí imperativo referirse a la necesidad de pasar por la dictadura del proletariado para poder llegar al comunismo. Pero el autor no dice ni una palabra sobre esta dictadura.

“¿Qué es, pues, le causa del comunismo? ¿Cómo deben dedicarse a ella los militantes del Partido?” El autor responde: “En ese mundo no habrá explotadores ni opresores, no habrá terratenientes, capitalistas, imperialistas ni fascistas. Tampoco existirán pueblos oprimidos y explotados, ni obscuridad, ignorancia, retraso, &c. En tal sociedad, la humanidad toda estará compuesta de comunistas desinteresados, inteligentes y de elevado nivel cultural y técnico; entre los hombres reinará la asistencia y el cariño mutuos y no habrá cosas irracionales como la sospecha y el engaño recíprocos, el perjuicio y el asesinato de unos contra otros, la guerra, &c. Sera, por supuesto, la mejor, la más hermosa, la más avanzada sociedad de la historia humana”. Añade el autor: “Los comunistas debemos ser hombres poseedores del espíritu más elevado y de la mayor determinación revolucionaria. Cada miembro del Partido debe gustosa y solemnemente tomar la resolución de asumir la tarea de hacer realidad el comunismo, tarea más grandiosa y más ardua que cualquier otra en la historia de la humanidad”. Después de estas y similares invocaciones y bendiciones de corte clerical, el autor llega a la conclusión: “Así es como comprendo yo la causa del comunismo”. En la respuesta dada por el autor, de floreada fraseología, lo que excluye es precisamente la dictadura del proletariado. ¡Así es como él comprende la causa del comunismo y esto es lo que él propugna para alcanzarla!

Esta suerte de descripción de la sociedad comunista nada encierra de nuevo; existe desde la antigüedad. En China hay descripciones semejantes en el pasaje sobre la “gran armonía” del capítulo titulado “Liyun” del Libro de Ritos (editado por Dai Sheng, erudito de la dinastía Jan del Oeste, 206 a J.C.-24 d. J.C.), en Viaje a la tierra de las flores de durazno de Tao Chien (poeta de la dinastía Chin del Este, 317-420 d. J.C.) y en el Libro de la gran armonía de Kang You-wei (Jefe del movimiento reformista de 1898). En el extranjero se registran una gran cantidad de obras de socialistas utópicos franceses e ingleses, las cuales son cosas de la misma calaña.

En opinión del autor, la sociedad comunista es un lecho de rosas, sin oscuridad ni contradicción; todo está bien, no hay opuestos. De allí en adelante la sociedad dejaría de desarrollarse. No sólo la sociedad jamás cambiaría cualitativamente, sino que, al parecer, tampoco cambiaría jamás en lo cuantitativo; el desarrollo de la sociedad tocaría entonces a su fin y ésta permanecería inmutable para siempre. Aquí el autor echa por la borda una ley marxista fundamental: el desarrollo de todas las cosas y de cualquier sociedad humana es impulsada por la lucha de opuestos, por la contradicción. Aquí el autor predica la metafísica y repudia la gran teoría del materialismo dialéctico y del materialismo histórico.

Marx dijo: «Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde también un periodo político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado.» (C. Marx y F. Engels: Obras escogidas en dos tomos, t. II, pág. 25, “Crítica del programa de Gotha”, versión española, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1955).

Lenin dijo: «…el desarrollo hacia el comunismo, pasa por la dictadura del proletariado, y sólo puede ser así, ya que no hay otra fuerza ni otro camino para romper la resistencia de los explotadores capitalistas.» (V. I. Lenin: Obras escogidas en tres tomos, t. II, pág. 373, “El Estado y la revolución”, versión española, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú 1960).

En su libro sobre la “autocultivación”, el máximo de los elementos con poder seguidores del camino capitalista dentro del Partido subraya que, luego de la victoria del proletariado, “se hace necesario atravesar un prolongado período de transformación socialista para poder pasar finalmente, en forma gradual, a la sociedad comunista”. ¡Cualquier persona con una partícula de marxismo habría mencionado inevitablemente la dictadura del proletariado en este punto! ¡Pero ni siquiera allí se encuentra una sola palabra sobre ello! Obviamente, su “prolongando período de transformación” no es el período de dictadura del proletariado y su camino de “pasar en forma gradual a la sociedad comunista” tampoco es el camino de dictadura del proletariado.

Resulta de una claridad meridiana que el autor de este libro tiene su propio sistema ideológico completo, el cual consiste en “dedicarse a la causa del comunismo” rechazando la dictadura del proletariado. Esto es una traición total al comunismo científico y al marxismo-leninismo, al pensamiento de Mao Tse-tung. Esto es, de pies a cabeza, revisionismo.

Aparte de no mencionar él mismo la dictadura del proletariado, el autor incluso tachó el término en dos pasajes que citó de Lenin.

Las palabras originales de Lenin son las siguientes:

«…la burguesía, cuya resistencia se ve duplicada por su derrocamiento (aunque no sea más que en un país) y cuya potencia consiste no sólo en la fuerza del capital internacional, en la fuerza y la solidez de los vínculos internacionales de la burguesía, sino, además, en la fuerza de la costumbre, en la fuerza de la pequeña producción. Porque, por desgracia, queda todavía en el mundo mucha, muchísima pequeña producción, y la pequeña producción engendra capitalismo y burguesía constantemente, cada día, cada hora, de modo espontáneo y en masa. Por todos estos motivos, la dictadura del proletariado es necesaria, y la victoria sobre la burguesía es imposible sin una guerra prolongada, tenaz, desesperada, a muerte, una guerra que exige serenidad, disciplina, firmeza, inflexibilidad y una voluntad única».

Pero las diversas ediciones del libro sobre la “autocultivación”, incluida la edición revisada de 1962, citan este pasaje como sigue:

«…la burguesía, cuya resistencia se ve duplicada por su derrocamiento (aunque no sea más que en un país) y cuya potencia consiste no sólo en la fuerza del capital internacional, en la fuerza y la solidez de los vínculos internacionales de la burguesía, sino, además, en la fuerza de la costumbre, en la fuerza de la pequeña producción. Porque, por desgracia, queda todavía en el mundo mucha, muchísima pequeña producción, y la pequeña producción engendra capitalismo y burguesía constantemente, cada día, cada hora, de modo espontáneo y en masa. Por todos estos motivos… la victoria sobre la burguesía es imposible sin una guerra prolongada, tenaz, desesperada, a muerte; una guerra que exige serenidad, disciplina, firmeza, inflexibilidad y una voluntad única».

Así, de manera inescrupulosa, el autor suprime las palabras “la dictadura del proletariado es necesaria” de la mitad del pasaje. ¿Es un descuido casual? Muy claramente, a los ojos de este máximo de los elementos con poder seguidores del camino capitalista dentro del Partido, la dictadura del proletariado es innecesaria.

En otro pasaje, lo escrito por Lenin es:

«Suprimir las clases no sólo significa expulsar a los terratenientes y a los capitalistas –esto lo hemos hecho nosotros con relativa facilidad–, sino también suprimir los pequeños productores de mercancías; pero a éstos no se les puede expulsar, no se les puede aplastar; con ellos hay que convivir, y sólo se puede (y se debe) transformarlos, reeducarlos, mediante una labor de organización muy larga, lenta y prudente. Estos pequeños productores cercan al proletariado por todas partes de elementos pequeñoburgueses, lo impregnan de este elemento, lo corrompen con él, provocan constantemente en el seno del proletariado recaídas de pusilanimidad pequeño-burguesa, de atomización, de individualismo, de oscilaciones entre la exaltación y el abatimiento. Para hacer frente a eso, para permitir que el proletariado ejerza acertada, eficaz y victoriosamente su función organizadora (que es su función principal), son necesarias una centralización y una disciplina severísimas en el partido político del proletariado. La dictadura del proletariado es una lucha tenaz, cruenta e incruenta, violenta y pacífica, militar y económica, pedagógica y administrativa contra las fuerzas y las tradiciones de la vieja sociedad. La fuerza de la costumbre de millones y decenas de millones de hombres es la fuerza más terrible. Sin un partido férreo y templado en la lucha, sin un partido que goce de la confianza de todo lo que haya de honrado dentro de la clase, sin un partido que sepa pulsar el estado de ánimo de las masas e influir sobre él, es imposible llevar a cabo con éxito esta lucha. Es mil veces más fácil vencer a la gran burguesía centralizada que ‘vencer’ a millones y millones de pequeños patronos, los cuales, con su labor corruptora invisible, inaprehensible, cotidiana, producen los mismos resultados que necesita la burguesía, que determinan la restauración de ésta».

Sin embargo, las diversas ediciones del libro sobre la “autocultivación”, incluida lo edición revisada de 1962, citan así este pasaje:

«Suprimir las clases no sólo significa expulsar a los terratenientes y a los capitalistas –esto lo hemos hecho nosotros con relativa facilidad–, sino también suprimir los pequeños productores de mercancías; pero a éstos no se les puede expulsar, no se les puede aplastar; con ellos hay que convivir, y sólo se puede (y se debe) transformarlos, reeducarlos, mediante una labor de organización muy larga, lenta y prudente. Estos pequeños productores cercan al proletariado por todas partes de elementos pequeño burgueses, lo impregnan de este elemento, lo corrompen con él, provocan constantemente en el seno del proletariado recaídas de pusilanimidad pequeño-burguesa, de atomización de individualismo, de oscilaciones entre la exaltación y el abatimiento. Para hacer frente a eso, para permitir que el proletariado ejerza acertada, eficaz y victoriosamente su función organizadora (que es su función principal), son necesarias una centralización y una disciplina severísimas en el partido político del proletariado… La fuerza de la costumbre de millones y decenas de millones de hombres es la fuerza más terrible… Es mil veces más fácil vencer a la gran burguesía centralizada que ‘vencer’ a millones y millones de pequeños patronos, los cuales, con su labor corruptora invisible, inaprehensible, cotidiana, producen los mismos resultados que necesite la burguesía, que determinan la restauración de ésta».

Aquí el autor suprime inescrupulosamente “La dictadura del proletariado es una lucha tenaz, cruenta e incruenta, violenta y pacífica, militar y económica, pedagógica y administrativa contra las fuerzas y las tradiciones de la vieja sociedad”, e incluso tacha lo escrito sobre la dirección dada por el Partido Comunista. ¿Se trata de otro descuido casual?

¿Por qué se dejan nuevamente afueras las líneas relativas a la dictadura del proletariado en la edición revisada de 1962 del libro sobre la “autocultivación”? Cabe sólo una explicación, a saber, que el autor se opone a nuestro Estado de dictadura del proletariado y desea cambiar la dictadura del proletariado en dictadura de la burguesía.

Esto prueba por completo que el máximo de los elementos con poder seguidores del camino capitalista dentro del Partido es un enemigo jurado de la dictadura del proletariado- Esta dictadura resulta absolutamente intolerable para él. Allí donde encuentra el término, lo borra.

De este modo, sin la menor vergüenza, el máximo de los elementos con poder seguidores del camino capitalista dentro del Partido castra el alma del marxismo-leninismo.

Este hombre, traicionando a la dictadura del proletariado; habla de “ser los mejores alumnos de Marx, Engels, Lenin y Stalin”. Esto es realmente el mayor insulto a Marx, Engels, Lenin y Stalin.

La edición revisada de 1962 del libro sobre la “autocultivación” cambia “ser los mejores alumnos de Marx, Engels, Lenin y Stalin” por “ser buenos alumnos de Marx y Lenin”. Además, suprime los tres pasajes siguientes citados originalmente del capítulo IV de la Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, compendio:

«Los hombres no luchan con la naturaleza y no la utilizan para la producción de bienes materiales aisladamente, desligados unos de otros, sino juntos, en grupos, en sociedades. Por eso, la producción es siempre y bajo condiciones cualesquiera una producción social. Al efectuar la producción de los bienes materiales, los hombres establecen entre sí, dentro de la producción, tales o cuales relaciones mutuas, tales o cuales relaciones de producción».

«La primera característica de la producción es que jamás se estanca en un punto durante un largo periodo, sino que cambia y se desarrolla constantemente, con la particularidad de que estos cambios ocurridos en el modo de producción provocan inevitablemente el cambio de todo el régimen social, de las ideas sociales, de las concepciones e instituciones políticas, provocan la reorganización de todo el sistema social y político».

«Pues lo único que hay insuperable, es lo que se halla en estado de nacimiento y de desarrollo».

Es evidente que, cuando borró en 1962 el nombre de Stalin y todos los pasajes citados originalmente del capítulo IV de la Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, compendio, el autor del libro sobre la “autocultivación” no abrigaba otro propósito que el de ajustarse a las necesidades de la camarilla revisionista soviética para oponerse a Stalin, esto es, para oponerse al leninismo.

Y con miras a techar el nombre de Stalin, hizo a Engels co-víctima y suprimió también su nombre.

En ninguna de sus muchas reimpresiones y ediciones revisadas el libro habla de ser buenos alumnos del Presidente Mao. En ninguna parte hace mención del pensamiento de Meo Tse-tung. Esta es otra ilustración de que el autor es un falso marxista y un revisionista verdadero. Porque, en la época nuestra, apartarse del pensamiento de Mao Tse-tung significa apartarse de los fundamentos del marxismo-leninismo, al igual que, cuando el marxismo llegó en su desarrollo a la etapa del leninismo, apartarse del leninismo significaba apartarse de los fundamentos del marxismo.

El Presidente Mao nos enseña: «Todas las luchas revolucionarias del mundo tienen por objetivo tomar el Poder y consolidarlo». (La elección de este año.)

En contra de esto, el máximo de los elementos con poder seguidores del camino capitalista dentro del Partido no quiere que el proletariado y los comunistas tomen el Poder y lo consoliden, sino que reduce todo en el mundo a la “autocultivación”.

mrb.  

——

{1} Se refiere al ex-presidente de la República Popular China, Liu Shao-chi.

{2} Ninguna de las ediciones del libro sobre la “autocultivación” publicadas antes de 1962 menciona la Guerra de Resistencia contra el Japón. En la edición revisada de 1962, se añadió un pasaje sobre la política del Fronte Único Nacional Antijaponés como ilustración para el título “unidad del estudio teórico y la autocultivación ideológica”.

(páginas 24-34.)

 
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